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¿Y si pasamos del óptimo?
07 | 08 | 2019
Quedan 11 días y poquito menos de 100 euros para alcanzar el óptimo para el proyecto; así que estos días entre todxs, tenemos que hacer el último esfuerzo para llegar a esa cantidad. Y nos planteábamos: y si superamos esa cantidad, ¿qué haremos con el dinero extra?
La cantidad óptima la calculamos para poder fabricar las 4 máquinas y poder operar con ellas durante 2 meses. Pero, siendo sinceros, estos meses que hemos empezado a movernos más, a investigar y a conocer a distintas personas relacionadas con el proyecto, estamos viviendo de primera mano el “TIA” This Is Africa: aunque hayamos considerado el 20% de contingencia para la fabricación de las máquinas, aquí hay que estar preparada para lo inesperado y ser capaz de planear en un sitio en el que los planes cambian en el último momento. (Abajo podéis leer una pequeña anécdota de hace un par de semanas)
A parte de este tipo de cosas que irán surgiendo, hemos ido identificando otros elementos que tarde o temprano podemos necesitar para el proyecto y en el taller:
- Diseñar y establecer un sistema de recogida de residuos plásticos.
- Algunas nuevas máquinas diseñadas por la comunidad Precious Plastic Version 4, como un sistemas de lavado del plástico o una prensa para planchas, etc.
- Los primeros entrenamientos nos gustaría ofrecerlos a un precio reducido.
- Los materiales y recursos para llevar a cabo las actividades de concienciación y clean up-s en Njombe
- Mejoras en las máquinas y otras herramientas y máquinas adicionales: suministro de energía renovable en el taller, CNC, producción de filamento para impresora 3D, etc.
Ahí va la pequeña anécdota:
Para la investigación de mercado, los compañeros del Departamento de Medio Ambiente del Ayuntamiento nos facilitaron una lista con el nombre de distintas industrias locales. Elegimos una de cada tipo para visitar y les pedimos ayuda para contactar a una fábrica que procesa comida, “Imiliwaha Food Processing Factory” como ponía literalmente en el papel. Unos días más tarde, nos avisaron de que habían organizado una visita a la que nos acompañarían. Perfecto.
Llegar a Imiliwaha en transporte público es complicado y ese día no había en la oficina ningún coche disponible, así que tuvimos que llamar a un taxi para que nos llevara a los tres. Pasamos a recoger a Lawi, el compañero del ayuntamiento, pero como finalmente iba a ir acompañado de otros dos compañeros, tuvieron que llevar su propio coche y conductor.
Después de unos 50 km, llegamos a Imiliwaha, al convento donde viven 150 monjas que dirigen varias escuelas, un orfanato y un centro de salud. Tras una presentación del proyecto y explicarles la razón de nuestra visita, llegó el turno de preguntas de las 10 sisters y el cura que se habían reunido con nosotros. Las preguntas demostraban su interés por el proyecto y por el funcionamiento de las máquinas, con la idea de poder usarlas ellas para reciclar plástico. Pero ninguna alusión a aplicaciones de los productos plásticos en su negocio de procesar comida. Y es que, al de un rato, cuando les pedimos hacer una ruta por sus instalaciones para ver el proceso, nos dijeron que ellas solo preparan pan, galletas y salchichas para consumo propio en el convento y que alguna vez las venden, pero que no hacen negocio con ello. Nos pilló por sorpresa, pues sabíamos que en Njombe se encuentran en venta los productos que ellas preparan.
Bueno, al menos pudimos ver el horno de piedra en el que preparan el pan y las galletas y los talleres de carpintería e imprenta que dirigen. Nos invitaron a desayunar, para 5 minutos después de terminar, literal, volvernos a sentar a la mesa pues era la hora de comer. Como aquí en Tanzania no es de buena educación rechazar comida, llenamos nuestras tripas aún más. Todo riquísimo. Pero yo no hacía más que mirar el reloj sabiendo que cada minuto de espera del taxi va a la cuenta…
En el coche de vuelta a Njombe estaba enfadada: ¿cómo puede ser que 8 personas nos movilicemos, empleemos medio día y paguemos un taxi con la idea de visitar una fábrica de procesar comida y acabemos viendo un horno de piedra que funciona con leña? ¿Qué podríamos haber hecho para evitarlo?
Luego, más tranquilos, admitimos que es así como se aprende: la siguiente vez nos aseguraremos de que es realmente interesante lo que vamos a visitar. Y de que a pesar de que nuestras expectativas eran otras muy distintas, hay oportunidades que surgen de este tipo de encuentros: visto su interés en el proyecto, no me extrañaría que alguna de las monjas participase en uno de los entrenamientos una vez que el taller esté en marcha. Y el saber que también dirigen escuelas de primaria, secundaria, un orfanato y un centro de salud, nos proporciona nuevas conexiones para posibles colaboraciones tanto en temas de concienciación como de potenciales productos.
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